Al despertar ignoraba si era Tzu que había
soñado que era una mariposa o si era una
mariposa y estaba soñando que era Tzú. – Chuang Tzú
Anoche soltaste el perro. Parecía
responder al llamado del amor.
A la hora sexta te cruzaste con el lobo.
Anoche dejaste abierta la canilla
y hoy un río atraviesa el camino.
Anoche caminaste bajo dos árboles desnudos
y han derivado en bosques que ya tu mano no podrá talar.
Los guardarás en tus dos ojos
para extenderlos luego como un tapiz
y leer detrás la página estriada
que los trabajos van secando,
presa en la red del tiempo,
del tiempo y de su historia,
que unos urden y otros traman
por postergar su fin.
Querrás descifrar la palma amarillenta de la hoja
que juega el mismo juego con el viento.
Su línea de la vida. En ella persisten árbol y bosque.
Y el aullido del invierno. Y la inconstante arena
que traiciona secretos y no da sepultura ni paz,
tan solo el sueño temeroso. Vos creías
que estaba del lado de allá la pesadilla,
pero amenaza volverse mariposa
como en el relato oriental,
volar como la mosca de oro
y quedarse encerrada
en la región que absorbe los reflejos
y mira hacia el oeste.
Isabel Llorca Bosco-
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