Desatar la piel
para encontrar el cráter
donde maduran tus frutos,
sin conocer los riesgos
de viejas ataduras,
es como arrojar una flecha
a la herrumbre de las anclas.
Secreta resistencia de ser y no ser
el artífice de mí mismo.
Este hombre que soy
es todo lo que tengo.
Por eso quiero
que un trazo de penumbra
esboce lo que queda.
A partir de ese instante
podré entregarme
al cauce de tus lunas.
Seré lo que tú quieras
esclavo o libertario.
Pero la piel que quede
detrás de la mirada
soportará un diluvio
de noches y de esperas.
Del libro Detrás de la mirada
Víctor Hugo Tissera-