Nunca esperes a mañana
para estrechar una mano,
para acortar cualquier tramo
que separe a alguien de vos.
Esa fuerza que pusiste
logrará que al despedirte
sufran menos por tu adiós.
Atendé hoy en silencio
lo que vengan a decirte
y ya brindá tu consejo
si lo quieren escuchar:
lo bueno que regalar
será mejor menos viejo,
sin tenerlo que aguardar.
Y no esperes a mañana
para pedir el perdón
si una falta has cometido
y a quienes te hayan herido
absolverlos sin rencor,
porque en esa redención
cosecharás sólo amigos.
Olvidá ahora la afrenta
y saldrá también la cuenta
que ha quedado sin pagar,
así podrás respirar
de la vida su perfume
antes que el tiempo lo esfume,
y te pueda confortar.
Porque MAÑANA tal vez
no estemos los que hoy estamos
y no oiremos los reclamos
de los que vienen después…
No esperemos, TARDE pués,
para decir: “YO TE AMO!!!”
Silvia L. de la Cal-