Tierra, gracias por el sol naciente,
por el canto alegre de las aves,
por la tierra mojada y la lluvia,
por las flores silvestres y su fragancia
que embriagan mis mañanas otoñales.
Tierra, gracias por la alegría del renacer
y también por ser parte de él,
gracias, tierra, por la suavidad del jazmín,
que ha colmado mi alma inquieta con suavidad.
Tierra, te doy gracias por este día,
por permitirme ser partícipe del milagro,
por el monte musical y por el río que
en él refleja la vida con alegría y desdicha.
Verónica A. Díaz-