Desandar al fin
todas las carcajadas,
ser solamente
un equipaje de palabras,
hasta soltar los pasos
en la boca del día;
después mirar
y poder ver
de una buena vez
la biografía pendiente
que se hamaca
aun sin sentido
por las farándulas
imposibles de evitar;
porque están
en el centro
de una melodía
que avanza
y llega a ser
confidencias
de un grillo;
presumir con él
porque entró por la ventana
y trajo su vieja mirada
ruborizada de deseo.
Raquel Piñeiro Mongiello-