Aún no me alcanza tu voz
viejo hermano del agua,
donde sigues con fervor
derrochando inteligencia.
Todavía no templó tus cuerdas
esa voz que maravilló al silencio
en los comienzos del alba;
sin ella no habrá paz en la tierra,
sólo escombros nos esperarán mañana.
Sabes, no me extraña tu figura,
ni el incipiente lenguaje que hoy ensayas.
Yo tan sólo espero que un día no lejano
llegues a mí, con un claro son de palabras.
Carlos Figueroa-
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