Tener un hijo es tan gratificante
que a mí todo lo malo se me olvida.
La joya más preciada de mi vida
acaba de nacer hace un instante.
Mi esposa ha dado luz a un angelito
que inunda de alegría nuestra casa,
y al verlo yo no sé lo que me pasa,
la baba se me cae y me derrito.
No importa ser guardián o centinela
si llora por las noches mi criatura,
pues eso no conlleva sacrificio.
No importa si de noche me desvela,
pues yo quiero a mi niño con locura,
por eso no me hará perder el juicio.
Roberto Martín Moreno-