Una antigua tiniebla sojuzgada fenece en la más grácil estirpe, cuando mi perplejidad antigua crece. Se brinda, como una victoria, entre la soberbia realidad inexacta de tu artificial vuelo y el vacío de una ficción dócil, moldeada en secreto por quejosos astrólogos.
Parsimoniosamente donada por indiferentes, te pierdes sin prejuicio alguno en la estría inflexible del espacio; embelesa entonces las siluetas del viaje con el vaho palpable de un falsificado vuelo, y cuando la brizna derrame su invocación, mi vacilación escurridiza indagará el piélago para finalmente descansar.
Gustavo Vaca Narvaja-