Veo una calle empedrada
con casas antiguas de
balcones floridos
una mesa en la vereda
para el peregrino,
un semillón con aceitunas negras
y un pan con ajo untado, para
acompañar el relato de
algún pariente en América
que parece lejano y está en la mente de ellos, en sus ojos
y en su voz…
En las cuevas del campo
pasta un rebaño, que
el pequeñín de la familia
mima con su canto
en las praderas vecinas
de olivares plateados
juegan a las escondidas
con el viento, mostrando
sus hojas según el sol
las mire y la brisa las acaricia.
Mujeres alegres,
de manos encallecidas,
con claveles rojos al
pelo prendidos negros
y ensortijados cayendo como
cascadas al río.
Tierra de mis ancestros
curiosidad de mi niñez
esperanza de mi madurez
que espero algún día conocer.
Yolanda Teresita Domene-