A contramano,
me cruzo conmigo
de regreso.
Ni una palabra,
ni miradas, ni gestos;
sólo un roce conocido.
Me recuerdo cuando
mi otro está lejos.
Tardíamente.
No hay nostalgia;
los deseos que permutan
no se encienden,
no reparan.
Soy el último transeúnte;
solo espero.
Ya no estoy acá.
Luis Camacho-