Fue en ese día de aquel turbado mes
cuando volvió envuelta en su silencio.
La brisa sin cesar ondeaba
y ella corría y corría y más corría
sorteando con gracia todo estorbo.
Mínimo fue ese suceso ante mis ojos
sujetos al desvelo de la luz matinal.
Albergo ahora el temblor de un vocablo
y al momento me agobia otro dilema.
Indago empecinado y me ignoro y aíslo
de cuanto halló el sigilo y después olvidó.
¿Quién es esa mujer de arribo presuroso
que al llegar recompone este irresuelto afán?
¿Dónde es posible hallar y aguardar o acrecer
una respuesta pronta y así saber lo que vendrá
en todo esto que vivo?
Julio Bepré-