Quédate un poco más
después del sueño
con tus hombros breves
como palomas.
Prometo construir una canción
de ramas nocturnas,
no tocar si no el hueco de tu pecho,
mirarte en silencio
los párpados cerrados
y no nombrar brujas ni fantasmas
ni muertes secretas como lluvias
a la hora del amanecer.
Quédate tapado por las sombras
en un lugar ajeno,
entonces decretaré territorios
para el color de tus ojos.
Si sólo me dejaras quererte las uñas
o las encías de la impotencia,
si solamente me dijeras que existe
un lamento capaz
de destruir a todos los otros,
y me llenaras de vino la memoria
antes de que las yemas de mis dedos
me pertenezcan totalmente,
antes de que dé forma a mi tristeza
para sustituir el asombro
que nos ha abandonado para siempre,
antes de que me rescate
de la boca de la noche,
sólo un poco antes,
porque no podré llegar al día si me quedo
aunque sea un momento a solas,
no dejes estas sábanas
humedecidas por el océano,
aunque conozcas los árboles enfermos,
si solamente pudiera conocerte un costado
que no tenga lágrimas…
María Elena San Martín-