Cae la lluvia.
La hamaca se balancea con el viento.
Corren descalzas.
Siempre el mismo reproche:
“Los árboles se aflojan”.
La madera y la soga ya estarán mojadas,
piensan…
cómo pasar una tarde sin el columpio.
Pegadas al vidrio de la ventana
aguardan que amaine la tormenta,
en los charcos,
las gotas perforan los sueños.
Vuelan las manos en busca de la tijera.
Cuando cesa el viento
la casa se llena de muñequitos de papel.
María Elena Tolosa-