Lo sé muy bien y no puedo evitarlo: ando calles zigzagueante,
piso duros asfaltos, me confundo entre el gentío,
rozo bultos que tiemblan, veo sombras que me persiguen.
Ahora, que vivo solo -y no es delirio-,
siento un vacío angustioso como una pesadilla.
Estoy aquí sin poder evitarlo, apartado a este lado del mundo,
como uno más de la maldad humana,
compadeciéndome los días y las noches…
Ya no puedo evitarlo…
Josep Esteve Rico Sogorb-