Te atraen las ciudades en decadencia,
los hoteles ruinosos, la gente loca y amable
sucumbiendo a sus propios designios.
Aquellos pájaros gordos
quietos sobre la última nieve.
La música secreta tocada en un piano
por alguien que durmió en Calcuta.
El cielo lleno de nubes de esta comarca perdida.
El andar afelpado del leopardo.
Los conocimientos inútiles.
La luz que trastoca a los soñadores.
Las preguntas infinitas saliendo de su cauce
como ríos alucinados.
La posibilidad de escribir.
Mirar el aleteo de una mosca
sin que el tiempo importe demasiado.
Dicen que es cierto.
De A la luz del desierto
Anahí Lazzaroni-
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