Cuando la noche me abraza
con su frío y negro manto
me siento en el mar, a la orilla
a entonar mi triste canto.
Acompañado de la luna,
melancólica consejera,
tomo mi guitarra en manos
sentado sobre la arena.
¡Sí! La recuerdo,
fue una noche como esta,
cuando voló hacia otros brazos
mi tierna avecilla inquieta.
¡Que dulces fueron sus besos!
me embriagaron sin medida,
desgarrando así, a mi alma,
el dolor de su partida.
No te imaginas, oh cielo
cuanto yo la quería,
pero se fue y me dejó
esta ilusión tan vacía.
Hoy me reclino muy triste
a la orilla de este mar;
para así, con la guitarra en manos,
mi triste historia cantar.
Alberto Solnet Pupo Tamayo-