Me encendías en la sombra
de las plazas
enhebrábamos latidos
para seguir el viaje.
Eran de cereza nuestros besos
anhelábamos el alba
para detenernos junto al café
ese olor que existía como música.
Añoro esos espacios
la brisa en el columpio de tu abrazo.
¿La comprensión de lo inasible?
Lo que no volverá.
Graciela Wencelblat-
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