Me iré,
de buen seguro cuando el tiempo
del agua,
y florezcan rosales los días
de mi tarde;
me iré llevando a cuestas tu nombre
a flor de labios
y ha de oler a ternura la seda
de tu mano…
Solo será un recuerdo el calor
de tu abrazo,
y la sal de tu lágrima
y tu párpado herido
y algún remordimiento mojando
mi cansancio.
Me iré,
cuando la noche despunte madrugadas,
con tu nombre pequeño en mi mano
guardado,
con tu voz, tu recuerdo,
padrenuestro para el último viaje,
con tu adiós de distancia
caminando mis calles…
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Me iré,
de buen seguro cuando el tiempo del agua,
¡y florezcan rosales, los días de mi tarde!
Gustavo Córdoba-