Casi nada,
la respiración aún entrecortada,
ya injustificada mi desnudez,
el frío incipiente,
el pudor que se concentra
en el gesto,
enlace de gozo y desencanto,
la confusión, la sordidez,
la angustia del desprendimiento.
sólo eso:
una muerte, un nacimiento,
un fluir de sangre hacia un retoño,
un de pie frente al poema nato
y el regreso
este destino sin conjuro
Tal vez no haya sido
la calle que elegimos
ni el límite impreciso
vislumbrado a su cabo,
o aquel sueño presuntuoso
con el que dormíamos en la infancia.
Ni siquiera nuestros mandatos atávicos
o el haber desvanecido con irreverencia
alguna que otra huella.
Quizá fue el capricho de un rey
en una noche de fiesta
en que Dios pasó como una sombra furtiva
sin amor ni recuerdos.
Tal vez no fuimos tan malos
ni tan lúcidos
y no había más opción
que este destino sin conjuro
de animal intimidado.
Alicia Pastore-