Llevo incontables nacimientos, innumerables muertes
De ahí mi pérdida en el tiempo.
Todo mi ser es un niño y de repente todo mi ser es un viejo.
No me mires las marcas de fatigas
El torso ya inclinado, los ojos cenicientos.
No te confundas
Las marcas de las muertes han ido produciendo derrumbes.
Se me caen los brazos
Los muslos
Los senos.
Mi cabello va entrando lentamente
En la maraña de batallas perdidas
Y ha renunciado a su color.
Mira, eso sí
La vida que gira como loca, mi alegría de sentir
El desborde de mis manos acariciando tu cuerpo
El derroche de mi corazón precipitado
La inconciencia de rodearte la cintura y caminar por la calle
Así, como una adolescente atropellada
Sin mirar mientras nos miran, sin oír, solo oyéndote.
Mira la algarabía de todas mis palabras que salen desde adentro
Sin dobleces, sin vueltas, a plena luz del día
Poniendo lo que siento sin pensar
Por una vez, no pensar.
No pensar.
Voy a tratar de convencerme que no tengo edad
Que nací ayer, que nací hoy, que naceré.
Voy a tratar de convencerme que soy atemporal
Que soy una inmortal
Para amar
Sí, tal vez tan solo para eso, para amar.
Liliana Marengo-