Anoche, durmiendo soñé
que estabas en una gran cima.
Me llamabas…
Yo subía y subía
mas mis pies no se movían.
Quería ascender y correr
para alcanzar la mano que me tendías.
La angustia me consumía
y el pavor me corroía.
Sobresaltada, desperté
y al verte sobre mi cama,
me cubrí con tus brazos
y pensé:
¿seguiré soñando todavía…?
María Rodríguez-