Cuando callen las máquinas,
y se escuche el latido de la sangre,
y se apaguen los ruidos
y el silencio se ensanche,
cuando cesen el vértigo y la lucha
por llegar adelante,
cuando por fin el tiempo se detenga
en el momento justo que lo salve,
quizás entonces, cauce de la vida,
alma expuesta en descarne,
vibrará como un arco
nuestro yo que se expande.
Telma Vaernet-