Émbolos y martillos
y el belicoso canto de las fraguas
en el acontecer febril
de la mañana
Sirenas, timbres… campanas
y las ruedas
ruedas girando sin cesar
al ritmo implacable
de una maza invisible
devorando sueños
moliendo recuerdos
y olvidos
moliendo esperanzas
Restallar de látigos certeros
como miradas
y susurros
suaves susurros… convincentes
embaucadores de promesas lejanas
queriendo aliviar el cansancio de los ojos
Pero no es posible soñar
con las alas atadas
Mientras en lo alto
junto al silencio de sol
que filtra una ventana
Los Señores del Reino
escuchan
observan
calculan
y callan
Ignacio Giancaspro-