todo ronda en la palabra…
cada árbol tiene nombre como tiene voz propia el canto
cada minúscula parte de un todo tiene nombre
tiene alma si al alma canta
Uno veía su estatura
y en los brazos crecían sus nidos.
En las anginas llamaba a Dios
porque no eran hombres.
(llamábamos milagro)
No quedan muchas cosas
en la memoria.
O tal vez queda todo.
Uno que llamaba a la fe
llamó a la paciencia de Dios.
Uno que aún en la derrota
cantaba,
que hoy de brazos mide el cuerpo grande
pequeño.
Uno quisiera morir lejano de lunas
entre sus brazos
y soñar posible entre sus ojos
arrullando futuro.
Por eso pronuncio
no apostarle a la vida
y que jueguen otros al luto
quienes lleven esclavos
en sus memorias.
A ellos, los míos,
les pertenece la continuada página del libro
que uno escribe bajo el sol fecundo.
O el destierro.
Ricardo Mastrizzo-