Los lirios que se caen y las hojas
girando circulares hacen triste
aún el agua limpia que yo bebo.
Imaginé un venado en la ventana
y ahora estoy mejor y sin embargo
me sé ya de memoria aquel inútil
piar del avecilla abandonada.
Y luego al mediodía las hormigas
querrán venir por ella, y tantas rosas
que se abrirán en vano pues no sabe,
no, no sabe el hombre valorar su garbo,
y sólo por la paga el jardinero
podando está el rosal, no fue su padre
poeta, y él se encuentra casi ciego.
¡Pero mañana el viento traerá
en cada arbusto aroma a nuevo día!
Delfina Acosta-