Entre murmullos y nubes
las lágrimas van marcando
una huella en carne viva,
un adiós hondo y callado.
Esa música que aún vibra
desde un disco desgastado,
trae recuerdos, momentos
de tu voz, que atraviesa
el aire de los tiempos
con su filo de vocablos,
Con su verdad, sus anhelos,
su inspiración estallando.
Sólo un río inmenso y nuestro
pudo abrirte los brazos,
para reunirte en la gloria
con el fuego de Moreno
y el abismo azulado…
Tanto calor en tus venas,
tanto calor en tus labios
para el asombro mundano.
Y no, no es cierto
que “Nunca más volverá”
este caro amigo: El Flaco,
porque lo vi caminando
por el Bajo de Belgrano.
Todos cuentan que se escucha
una guitarra muy sola
Que desde hoy suena, suena…
con su angustia de rubatos,
“Fuego Gris”, como escenario…
Haidé Daiban-