Que mi calle
tenga tu nombre,
que claven en ella tus banderas,
los números de tu suerte,
la fronda de tus pinos.
Que todos los peatones
me hablen de ti,
que los perros aúllen tu presencia,
que duerman cobijados
los niños tristes
y que renazcan como enormes labradores.
Que denuncien en mí
tu posesión,
las cartas marcadas,
los designios de tu mano,
la gloria de ser casa entre tus barrotes.
Quiero que mi calle lleve tu nombre.
Gustavo Tisocco-