Te siento en el lenguaje
que pasea sus signos
por el espacio aséptico de la luz que florece.
Él crea mis deseos
cada vez que entro en el jardín del sol
para besar tu cuerpo todo fuego y respuestas.
Soy un hombre ilegible para caminantes
con dagas afiladas que se filtran
en la vida y la matan.
Demasiados naufragios, demasiados
desplomes aletean en mi sangre
y en las huellas que agitan mi memoria.
Un día buceé bajo las aguas
transparentes que habitan en tu cuerpo.
Un día sin imágenes ni rostros
con marcas de locura en salazón.
Aquel día dejé de buscar espejismos
para llenar de amor todas mis ánforas.
Carlos Benítez Villodres – Del libro Amantes