Yo he vivido intensamente cada nota de mi suerte,
no hay tañido soberano que en mi mano no tronara
y no hay parche de silencio; su penacho de tacuara
vibró siempre vigoroso más romántico que fuerte;
no me importó si rolaba como clásico aguafuerte
ni que mi verbo insolente se me adosara en escara,
porque quise que tu escuela no te despeñara en tara
y que tu tecla de armonio fuera tiza de Almafuerte;
me di entero, como un cóndor en su volátil solerte,
tuve un térmico conjuro para no saberme inerte
y en el palio de terrones abrevé fieles camones
como un jayán que persiste en su pasión para verte,
en la alquimia de mi norma será tan solo la muerte
la que abata mi breviario que amerité con tesones…
Para Rimas insolentes
Rodolfo Leiro-