He asistido, al atrevimiento hechicero de tu sonrisa
Perplejo, tomé el plumaje del decoro
sin esperar alboradas, o crepúsculos que interfieran
Me llevé a la memoria fresca, tu serena expresión
Y, en la pureza de una indecisión culpable
Sumergí en perennidad, el destello delicado del recato
Convencido que la morada de la simpatía
expira fantasiosa, si no es apresada
Te llevé al palacio de la sabiduría
Porque será allí, donde
deslumbre, el manantial de tu sonrisa
como ensayo tenue
de una leyenda
Gustavo Vaca Narvaja-