habíamos venido
y todos los trenes barcos aviones
todas las insensatas máquinas de viaje
chupaban a sus noches de negros adioses
y en el muelle último
un atardecer desataba su promesa
paría palabras
encendía su víspera
ahora
con el espectro sordo de todas las auroras
el mundo más endeble
las manos desamparadas de toda luz
la vida
como suspensa
en la ceniza del cigarro
Carlos Roldán-