Ángel,
hoy no alegré tu día, lo sé.
No fui el escándalo de luz en la avenida
ni las campanas del aire,
ni el desparramo de color
en marcha mariposa cerca del sol.
Perdón,
hoy no herí de risa a la muerte como tantas veces.
No festejé el rocío, ni canté la lluvia.
No me detuve ante el diente de león para pedir deseos.
Ni me enamoró el jazmín abierto para mí.
Hoy no soy el fogón, el abrigo, el pan y el vino.
Lo siento
hoy soy más mortal que nunca.
Estoy herida no ves? O solo confundida.
Será por eso, tal vez, no sé…
Que olvidé que el hierro de mi sangre
fue forjado en las estrellas.
Que el centro de mi gravedad no es tan grave.
Ya que no alegré tu día.
Podrías venir y sentarte conmigo en el último escalón de la escalera?…
Estamos los dos tan tristes
que bien podríamos hacernos compañía…
Norma Núñez-