Detrás de tantas cartas que llegaron,
amorosas como el redoble de lluvias
intensas en ciudades con río o mar,
sólo algunas imágenes en tantas estaciones.
La suerte que reclamo por azar furtivo,
vuelve sin avisar en retocadas fotografías remotas
como si quisiera nivelar tiempos bajo la lengua,
más allá del fondo incierto de la calle
y del paisaje extrañamente humano.
Las corrientes misteriosas que llaman recuerdos
suben y bajan mezclando pequeñas historias,
pasiones ilesas en el bravío ángulo de la inocencia crecida.
Conseguí apremiar respuestas
en inéditos mensajes de futuro.
Nada sé.
Escucho balbuceos en desnudos
pegamentos sin costura,
ciñéndome los huesos como presencia amante.
Tampoco concedo tregua.
Atravieso puertas, subo estanterías
de lo que llamo porvenir,
combino recintos como anagramas
alterando el orden previsto.
Tal vez sea el fantasma infiel de rostros esculpidos
en cambiantes nubes que se quiebran
con el olor de la piel de aquellos
para quienes el cielo estaba lejos.
Jaime Icho Kozak-