Siempre le dije que los unicornios no se pierden
y menos los azules
que deje de buscarlos.
Siempre le dije que no mire debajo de los vientos
porque sólo hay rotaciones y ecos de perfumes.
Que abra los ojos al mismo universo
que sacuda la piel anterior
y lave los sueños más antiguos,
que empiece a sangrar por las verdades más desnudas
y reclame las agujas, los relojes,
los pétalos de todas las violetas
también esas miradas que suspiran en las terrazas.
Debo confesarle que no en todas las noches se copula
también se riegan con hielo los poemas
y alucinan los pubis con el semen hueco de los dioses.
Entonces quiero decirle que no busque más como un ciego violento
que descubra los fragmentos a su lado
esos
que con el mismo cuerpo y la urgencia animal que lo persigue
no ve
no puede ver
no sabe ver.
María Manetti-