“Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.” V. Temperley.
Dime, Señor, que nada ha sido en vano
Que el dolor, la angustia, la dicha
Tuvieron un sentido,
O siguieron Tu Plan
Dímelo ahora, Señor,
Pues los días de esta vida
se pierden,
-como agua entre los dedos-
los rostros, los lugares,
se esfuman
y la esperanza se agota
de tanto nadar contracorriente
sin ver la otra orilla.
Daniel Abelenda Bonnet-