La acacia insta al viento a visitarla,
en esta tarde de invierno.
Las flores amarillas,
regadas por el patio
yacen coloridas de verano.
El tilo asoma, callando
sus hojas, al cielo.
Mientras las palomas
corren a un refugio incierto…
Es una dulce tarde de invierno
cobijando sueños
a un costado del fuego.
Los cerros, animan
al paisaje quieto,
a recorrerlos con la mirada
en este frío intenso.
Todo está quieto, desolado…
Sabiendo a chocolate,
a palabras del alma
que esperan presurosas
despertar al corazón que duerme.
En el dulce letargo de los tiempos…
Del libro Poemas para leer
Magdalena Bo-