En el viejo cementerio de
Old Brompton,
de antiguas lápidas
carcomidas
por los soles y las lluvias,
algunas dibujadas
sin prisa por el moho,
se extiende
un camino por donde
los caminantes
apaciguan su momento
entre los árboles,
mientras los pájaros chistan
y revolotean
ocultos en lo alto de las
copas.
Todo está dicho, pareciera,
en el paisaje,
donde una parte oscura y
presentida
yace más allá del tiempo
y de los aires,
en tanto el sol ilumina
débilmente
la frágil brevedad de todo
lo que respira,
puja, arde, y olvida.
Del poemario Dos cigarrillos para Eliot
Eduardo Dalter-