A Alejandro Drewes
Sobre un costado y dócil
lomo, seco de aliento
esfumado en pastos
y lombrices
cede hacia el surco
su sedimento gris.
¡Oh, vida! pulso olvidado,
del cielo cae una brisa
sobre tu quietud lenta
y tus ojos miran
los ojos de la muerte.
Pero mi corazón me
lleva hacia ti
y no quiero ver
el semblante ocre
de alguien sin cruz.
Caminaría
en esta tristeza
buscando en las estrellas
una túnica, una pequeña nube
para tus ojos de pena.
Dejen que duerma,
tranquilo,
entre los cardos y los pastos,
tranquilo, el pequeño
hermano.
Poemas del libro El Musgo y la Calma
Amalia Mercedes Abaria-