Y me dio un reloj que no andaba
y el reloj marcaba un tiempo
de otros tiempos, cuando las mujeres
saludaban entornando los ojos
y yo dije (en tono solemne,
estúpido como siempre)
“Un reloj detenido puede ser
un excelente pisapapeles”.
En esta parte de la historia
la lluvia le impone silencio a los tejados.
¡Perdón, mujer desconocida,
sé que nunca más aparecerás en mis sueños!
Y volví a dormirme,
solo y triste, como una silla de mármol
en un baile de egresados,
sin saber si el tiempo de las colaciones
sucede en una cama.
Mujer del detenido reloj
que no volviste a aparecer en sueño alguno,
perdóname.
Como van las cosas
lágrima serás, gota de esperma ocasional.
Serás ¡ay! no sé, no sé,
algún océano.
Rogelio Ramos Signes-