No es tiempo de arrojar monedas en la fuente
ni pedirle deseos a una estrella fugaz
reclamos al azar.
La dicha era un secreto entre el aire y nosotros.
Marzo indultó al verano, subió donde las huellas,
a tientas, tambalean,
borra quieta del agua, seca, al sol.
La dicha era un secreto entre el aire y nosotros,
patria, exilios, poesía.
Voces que nunca se despiden.
Antorcha viva sobre playas que no volvimos
a encontrar.
Sombras en un jardín de sombras
donde huesos y carne en la espera de darnos
tiemblan como el renglón vacío confía a la palabra.
Elena Garritani-