Amo a la vida y la vida me ama;
amo esta vida que me dio todo:
una mujer, que me precedió en el viaje
y me dejó seis hijos en los cuales me prolongo.
Amo la vida por la vida misma
porqué aprendí a reír por fuera
aun llorando por dentro;
amo el sol que día a día golpea mi ventana,
amo el aire, el agua, la mañana;
amo la noche,
amo la almohada que abrazo en mis insomnios largos
y amo los sueños que los sigo soñando
en madrugada
arrebujado bajo el lino de la sábana…
Amo al niño que golpea mi puerta
en busca del sustento diario
y amo al dipsómano que a duras penas
se mantiene en pie,
y que todos los miércoles prendido de mi aldaba
busca la moneda para dejar de soñar
con micro y macro zoopsias;
y estrecho su mano temblorosa y le digo:
¡hasta la otra semana, hermano!
Amo a mis hijos y a mis nietos amo
porque mañana continuaré en ellos
demorado en recuerdos;
es la forma que tengo de no morir
a pesar del tiempo.
Amo todo lo que Dios me ha dado;
la madre de mis hijos y mis hijos,
amo los días buenos y los días malos
y esta vejez de ahora y mi cansancio
y en mis preces le pido a Dios todas las noches
una nueva aurora,
¡para vivir de nuevo otra mañana!
Gustavo Córdoba-