Responde el teléfono.
Reconozco su estilo,
suenan sus modismos.
Se ahoga mi voz.
Ya no sé
quién soy.
Cuál era el idioma
que tuve una vez.
No sé dónde estoy.
Traumas renovados
¡Déjenme volar!
Dulce amarga larga vida mía,
así me dejaron.
Sin poder llorar.
Marta Zabaleta – Destierro, 1 de septiembre 2014