Más allá de las montañas ofuscadas
aquel caminar incierto me sedujo hacia la morada eterna.
Atravesando sin recelo
campiñas virtuosas
vi siluetas de piedra presumiendo en los aleros.
Pero mis pisadas imperecederas
exhumaron desolados hospitales.
El río del cielo dignificó el camino de los pájaros.
Allí las nubes se encaramaron en las ramas del árbol
Y las huellas exploradas por los peregrinos
se alzaron al País de los Muertos.
Cristina Pizarro-