ausencia de actividad de una enfermedad
Día a día ganado,
la semana del mes, del año,
que se sigue uno a uno
como páginas de un calendario
suspendidas en un limbo irónico de tiempo.
Ir descubriendo los cambios
sin aceptar algunos,
beber del cóctel agridulce del agradecimiento
con resignación a diario,
cansada de la autopercepción barata
de los libros de motivación,
de las palabras de aliento triviales y huecas,
de la curiosidad disfrazada de interés,
de vivir la irrealidad con la que un padecimiento
es absorbido por la cotidianidad,
hasta volverlo algo trivial para los otros,
desprovisto del Getsemaní sucesivo y prolongado,
de estos mil ochocientos veinticinco días
en los que solo esperas terminar “de alta”.
Marianella Sáenz Mora-