Largo ha sido pues el viaje
y azaroso el juego
secreto de los dioses
que condujo hasta aquí
desde estrellas remotas
Marca un reloj invisible
el exacto compás
de las lunas y los días
concedidos: te vas
en el eco de un fino
badajo de oro que toca
al oído en ciertas
noches largas de invierno
y te ve pasar aquel
retrato de Durero
En la baraja te buscas
de un Tarot de otro mundo
en otra tierra posible
que acoja amorosa
la levedad de tus huesos
y en la lengua de los padres
Recuerdas al viejo Ulises
acaso en el Canto Quinto
sabes de alguna extraña
manera que aquí
en esta misma estación
nada concluye, ni tú
ni la sombra de cruzar
el espejo: en este
lugar preciso del mundo
donde pura y densa
cae la lluvia y cae
por los días de los días
Alejandro Drewes-