De profundis. Lo sentía vacilar, casi perder el equilibrio
y sumergirse para siempre en aguas desconocidas. – Clarice Lispector
A la luz de una vela, la mujer de la sonrisa triste
ruega por nosotros, y antes ruega por él,
siempre por él.
Ritual de luna llena, su piedad.
Un milagro de luz, cara al abismo.
Ni compasión merece
le dictan sus pulsiones, su aliento,
su conciencia.
La gacela en la mira fue para él
la gracia arrodillada, el talle esbelto.
Pedirá por su bien, pedirá por nosotros
y antes pide por él, siempre pide por él.
A la luz de la vela, sigue sola,
no como un pájaro que evadió la captura
sino como el perdón que escapó de la jaula.
Del libro de la autora: Otoño interior
Elena Garritani-