A Juan David López, poeta de las hondas sublimidades,
con quien tejí esta angustia a través del sueño.
Amigo mío, por ser tan soñadores
Es que nos acusan peor que a criminales.
Acaso nos decantamos hacia una herida bohemia
Que sangra los días implumes del mañana,
Acaso se lanza algo abierto
En cuya espiral un lisiado arrastra su casa en ruinas.
El mundo se inclina, -¡qué pesar!-
Escupe la moneda vieja, -¡qué pesar!-
Y continúa a toda prisa su turno sin fondo.
¡Mundo huérfano!
Presente abismo, sin rostro, sin certeza.
El lisiado ahora es más tristeza que hombre.
-¡Esta fruta ya no nos sabe a nada!
L.E. Torres-