Hay al jardín, a la calle
al patio, a la terraza.
La del corazón a veces la abro
para ventilar el pasado.
Entonces se mueven libres
los niños, la cuna, la casa.
Y yo navego en la dulzura
melodías de mieles.
Y me sumerjo en el ayer
entre rostros con magia.
La ventana de tormentas
esa nunca la abro
está cubierta de inviernos
cortinados amargos
ortigas que lastiman.
No abro el dolor del alma.
María Cristina Noguera-