Es por la soledad
que mis vicios exhaustos, mis garabatos inconclusos;
los himnos coreados bajo la débil promesa del crepúsculo,
la fe en las palabras, en un abecedario que arremolina toda fe,
¿cómo se encuentra la hora exacta para apuñalar el vientre
de lo insatisfecho?
¿Por qué no soltar todo y permitir varias botellas de buen vino?
¿De qué me servirán mis modestas victorias?
¿Por qué el anhelo de contrarrestar
las fecundas ciénagas del olvido?
Damián Andreñuk-