Payando muy quedo
pirueta de letras,
desde las entrañas
contó su penar.
Vértigo y magia
de dichos que en marcha
como en lava ardiente
derramó el cantar.
Testigos del caso
fuimos en alerta,
paso a paso, abierta
nuestra admiración.
Mojados de luna,
en penas cautivos
fue cediendo pronto
nuestro corazón.
Sucede, hermano,
que tantas verdades
guitarra en mano
dejó el payador,
que abrió un surco hondo
de rezos dolidos,
que en nuestro silencio
muy pronto se hundió.
Haidé Daiban-